Muchos de los que leyeron el principito de niños no tienen un gran recuerdo de la obra. Porque no es un libro para niños. Al leerlo de adultos, somos muchos los que pensamos: “Nunca supe ver el elefante dentro de la boa; yo siempre vi un sombrero”. Este pequeño no sólo nos enseña a ver el elefante, sino mucho de lo invisible que contiene el relato del piloto, mucho más de lo que los tópicos populares e incluso la crítica formal han subrayado. El Principito no nos propone un retorno a una infancia acrítica, ni relata una ensoñación, sino que promueve nuestra “imaginación de lo invisible”, nos enfrenta a los misterios que fundamentan nuestra vida, haciéndonos ver con el corazón lo que es invisible a los ojos. Cada capítulo es una meditación de una frase o un párrafo de cada episodio de El Principito . La estructura del libro respeta la temporalidad lineal -a diferencia de la obra original- lo que permite recorrer mejor la lógica del drama vital de cada uno de los a...